sábado, 22 de diciembre de 2007

Felices . . .


Tengo un cuadro en mi habitación que se tuerce cada vez que intento ponerlo recto. Ya saben ustedes eso de "la superstición"; y no sé si será un indirecto mensaje del destino o una simple pataleta del lienzo por aún no haber tenido tiempo de enmarcarlo. Pero luego pienso que no he sido tan mala con el destino (tan sólo he querido conocer sus fuentes) y no sé si creerme eso de la "rebeldía del arte" -Un cuadro tiene vida, pero no tanta para moverse por mi cuarto como "Pedro por su casa". Quizá sea cuestión de mi prematura desconfianza -Alguna medalla tendría que colgarse aquella amiga, psicóloga en potencia, que me la detectó. Ahora la grafología es más exacta que un termómetro de mercurio-. Pero lo cierto es, que hoy descubro que estamos en Navidad, y me miro en los espejos para lograr la mejor de mis sonrisas pero no sé con cuál quedarme. He pensado en llamar a varios amigos e improvisar un pequeño casting en el salón de mi casa, pero seguramente estarán muy ocupados eligiendo el traje de fin de año, comprando los últimos regalos o derrochando por derrochar los primeros euros de la paga extra. Y yo mientras tanto en casa, sin haber pisado un centro comercial ni adquirido ningún regalo. Sin traje de fin de año, sin ganas de dar besos prestados ni sonrisas con fecha de caducidad. Ya no me encuentro ni en el espejo. Me falta la lista de los propósitos marcados, el anillo de oro con el que brindar, poner las luces al árbol de Navidad...y, claro está, comprar el conejo.


Tienen quince días para ser buenos. La Navidad, al final, termina siendo como la semana fantástica del Corte Inglés. Aprovechen la bajada de los precios, que ya sabemos lo de la cuesta de enero.


FELICES FIESTAS . . . y esas cosas . . .

lunes, 10 de diciembre de 2007

Sin ganas de ti

"Piérdete en las líneas rectas,
pero no busques la mediatriz"

Una princesa bacana, de fin de semana...
Tú un Sabina sin revolución-Te vendes al mejor postor-
Yo a tu lado, mirando sin mirar...
Tú a mi lado, con una, dos, tres y más...

Blanca en el cristal. CD's de músicos que nunca escucharás. Tarjeta de crédito que entona sostenidos. Blanco pentagrama de silencios. Sin sonido.

Me encantó el momento habitación -Si me pones los dedos en los ojos, veo más y mejor-
No miré y no miró.
Piel de dálmata en mi ombligo, pero yo Cruela de Bill.
Una taza narcisista y un curso de esquí.
Un mirador sin visita, un mago sin magia, una cachimba sin ti
-Mueve tú primero las fichas del parchís-

Has perdido fuerza en tu mirada. Yo he ganado inmunidad.
Tres copas para un veterano. Regálame la pipa marroquí.
La primera noche que no me gustan los baños, me quedo sin ganas de ti.

PD. De copa de vino y mantel. ¿Nos queda una tercera?
Sin caviar. Con sonido de palabras. Con clave de fa.
Un tres por cuatro aprendiendo a s(g)olfear.
Un tú a tú. Un cara a cara.
Destrozaste el pentagrama de tu princesa bacana.

Lunes de cerezas, plato de mañana,
con una brutal pereza
de fin de semana.

sábado, 20 de octubre de 2007

¡TÚ!


No te rías cuando veas cómo mis pies resbalan con alguna de las piedras. ¡Déjame que me tropiece! Ya reíste con mis caídas cuando aprendía a montar en bicicleta. Déjame que vuelva al ritual de la infancia, al de los primeros pasos, y permíteme caer y levantarme, pero sola. ¡Ya no me pesan los pañales! Déjame ir de “excursión” a países lejanos pero no me hagas el bocadillo. Querer, voy a quererte siempre…
Sigo volviendo de vez en cuando porque nadie como tú hace los pucheros y porque nunca nadie me dio un beso con tanto cariño como el tuyo. No seré tan cosmopolita como para decir que no te debo nada, porque me has dado la vida. Si fuera Presidenta, para ti el Ministerio de Economía…
A veces discutimos tanto que lo de “los que se pelean se desean” ¡va a ser hasta cierto! Sigo usurpando tu cama los domingos en los que papá madruga y he de reconocer que me encanta. A mis veinte, los gustos no cambian. Mantienes el equilibrio con tanta entereza que, aunque seas mi madre, te envidio. Serías la mejor abuela del mundo pero no te garantizo nada. Cuando tenga que volver, mucha sal en la ensalada. Guarda arroz en un tupperware. Flan de huevo, especialidad de la casa…
Los vinos, la carta…Tu aguja cosiendo un botón a las tantas…Tus buenas noches, tus “no llegues tarde”, tus inoportunas llamadas…Tus suspiros, tu risa, tu mirada…Tu letra, tus bolsos, tus desayunos con tostadas…
Simplemente tú, a secas, como yo sin ti.

Soy madrera y lo reivindico.

jueves, 2 de agosto de 2007

Para toda la vida...



Pongamos que eres tú el que escribes...

No he podido apagar el móvil esta noche. Tú tampoco me has dejado dormir. Ahora que sabes lo ancha que se me hace mi cama te aprovechas de los intermitentes viajes de tu marido y de mi latente soltería. Debiste hacer como yo y no firmar ningún papel, si no es ante notario. Yo hipotequé mi vida y tú hiciste lo propio con la tuya. Fui a tu despedida sin ser presentado como el stripper de turno y quizá te gustaría enseñarme la palmera en la que te escondías para llamarme mientras disfrutabas de tu luna de miel. No te diré que tu marido es tonto porque vosotras siempre fuisteis más inteligentes. Tampoco que estoy enamorado de ti porque eso lleva su tiempo. Podemos ir a la playa y abrazarnos mientras sólo los dos somos testigos del ocaso. Pero no más que el contacto con la arena y el roce de mis manos con tu espalda. No más que una sonrisa y un beso en la mejilla pegado a los labios.
Paré mi coche en aquella carretera esperando las respuestas a mis miles de preguntas. Sólo pasaste tú. Quizá el destino me quiso contestar de forma breve y ya se sabe que lo bueno y breve…dos veces bueno. ¿Tú también te sientes observada entre tantos monitores del gimnasio? Nuestros encuentros de las siete no son programados. Si vivieras en el piso de enfrente iría a pedirte todas las noches la sal, y de paso una sonrisa. No sé si es buena idea compartir cafés de verano ni terrazas llenas de turistas. Pecar, lo que se dice pecar, más que Eva y Adán. Los precarios contratos de La Iglesia unen y desunen tanto que lo de “para toda la vida” debieran cambiarlo…

martes, 31 de julio de 2007

Pecar demasiado...

"No vuelvas a mirarme con esas gafas de mercadillo ni esos chalecos de barata imitación. No confundas estilo con tendencia ni mezcles cocodrilos con caballos"... Sigues hablando con la misma prepotencia que detesto desde el parvulario y quizá sufras complejo de líder de la oposición pero te recuerdo que lo tuyo siempre fueron los números y las noches de resaca. No me pidas que matice mi ironía porque es genética y tampoco que me ponga los pendientes que me regalaste en aquella primera vez porque, al igual que tus gemelos, se perdieron por el váter. Los despechos femeninos nunca son aconsejables. Eché de menos nuestras disputas y tus portazos sin salir de casa, aquélla que alquilamos en nuestra etapa de estudiantes. Te dejaste amarrar de pies y manos pensando que eras un experto en desatarte. Ahora entenderás por qué nunca quise casarme contigo. Te acostumbraste al frío de Londres y yo a las tiendas de París y siempre que pudimos coincidir tú bajabas al Atlántico y yo viajaba a Venecia en busca de un amor en la Plaza de San Marcos. Pero tú volvías más moreno y yo harta de darle de comer a las intrépidas palomas.
La Puerta de Alcalá nos unió al fín, y ahora vas de experto psiquiatra que regala flores a sus pacientes. Si el diván hablara sería más explícito que alguna de nuestras miradas de adolescentes. Mi divorcio fue más caro que el tuyo (quizá contaron mal tus infidelidades) y ahora quieres que formemos una familia a “Los Serrano” pero cambiando la taberna por mi despacho de abogados.
Si nos casamos por la Iglesia sería pecar demasiado.

lunes, 2 de julio de 2007

La cita de las siete


Tú vives en el 32 y yo en el 33. Los dos llegamos a la vez, pero con otros aires. Debes de ser algún broker de esos que se llevan ahora porque todas las mañanas sales con corbata, chaqueta y maletín de terciopelo. También podrías trabajar en el Corte Inglés, pero tienes un horario demasiado flexible para ello. Siempre me abres la puerta del antiguo ascensor y siempre me miras los zapatos –Hasta cuando salgo con mi ipod a pasear al perro– ¡Por cierto! Creo que lo odias, pero él a ti también. No soporta que me mires el escote de esa forma tan descabellada y empieza a morderme los tobillos cuando cada lunes, a las siete de la mañana, decides retarme con tu mirada. He rozado tu chaqueta para ver si esa raya diplomática era de verdad (no más que mi elegancia). Ya no se llevan chalequillos por encima de las camisas aunque alguien te habrá enseñado que las corbatas de lunares son tendencia. Usas cera y no gomina y un perfume poco original para ser tan caro. No me gusta coincidir con tu olor en otros ascensores, pero sí coincidir contigo.
Esta misma mañana me he despertado tarde y he corrido hasta la puerta de la entrada para, por lo menos, verte salir a través de la mirilla. Habías cambiado de peinado, ya no llevabas chalequillo ni corbata, ni esos horribles zapatos que siempre dejaban marcas en las escaleras los días de lluvia y de ascensor averiado. Has dudado en bajar y creo que me has echado de menos en “nuestra cita de las siete”. Cógeme número en la hora del pan que ahí sí que no falto.

He dejado de mirarte cuando la mirilla de la entrada se ha empañado con mi aliento. He sentido un cosquilleo en los tobillos y pensé que serían las puntas de tus zapatos iniciando el ascenso por mis piernas...
Mi perro se había comido el último calcetín limpio que me quedaba y, ahora, creo que también me odia a mí.

sábado, 16 de junio de 2007

Chapeau!


Quise convertir mi sombrero en montera y la orilla de la playa en albero. No te he dicho que tus ojos brillan más que el agua del Mediterráneo. Lanzaste tu mano sobre mi cabeza cuando te propuse iniciar el paseíllo –Un insulto a la fiesta nacional, pensarías- Pero es que no me canso de quitarme el sombrero ante tu presencia. Yo quiero ser oro cuando te vistes de luces. Capote para entregarme a la sutileza de tus manos. Quiero que me enseñes a hacer la señal de la cruz en la arena pero descalzos. Me gusta que rompas el silencio cuando hablamos y así, entre tanta elegancia, descubro tu lado más canalla. No te dije que tenías voz radiofónica, aunque dudo mucho que quieras ser periodista.
Eres Rivera Dominguín. Ser familia de Bosé, marca. Creo que sabes francés. ¿Lo de Vous-voulez coucher avec moi, ce soir, lo entiendes? Perdón si soy demasiado directa pero estas oportunidades nunca se pierden.
He vuelto a colocarme el sombrero pero me he alejado rápidamente de ti. Te ha faltado el tiempo para echar a correr y agarrarme de la cintura: aún espero mi nombre en alguno de tus capotes.
Me gusta observarte desde los tendidos de la plaza en la que entrenas y ver que eres silencio y estrategia. Callas más de lo que sabes y me ofrezco a descubrir ese misterio. Un paseo a caballo al amanecer y un acoso y derribo dialéctico. No sé quién ganaría pero sería capaz de conformarme con la derrota. ¿Es de valientes torear a la muerte? Son de torero tus andares. Uno nunca sabe lo que es hasta que no ha intentado serlo.
Has cogido una caracola en esta tarde preestival y la has extendido en la palma de mi mano -¿Escuchas?- Imposible tener sentidos para segundas partes cuando tu mirada lo monopoliza todo.
Tienes que ser más guapo al despertar. Celeste y oro la alternativa, pero vístete de blanco y así me haces un guiño. En el ocaso del campo tienes que brillar más que encima de una pasarela.

Mañana coges la muleta, yo no creo que vaya a abrir la puerta grande académica. Barcelona es una villa difícil, yo me conformo con la bética Maestranza. Tendidos llenos. Verano a la vuelta de la esquina. Un capotazo a un sábado. Las dos orejas del viernes, chicuelinas de lunes por la noche, resaca de ferias intermitentes…Tú sigue triunfando en las plazas que a mí me encanta el gerundio de soñar.



PD. Besa la estampa que te regalé y no te olvides de poner la montera derecha. A los dos nos falta lo mismo aunque ya esté echada: ¡suerte!

viernes, 18 de mayo de 2007

Cerrado por vacaciones

No sé si hago bien en decirte que me encanta la forma con la que deslizas tus manos por tu pelo para conseguir el mejor de tus (des) peinados. Quizá sea tu único toque aristocrático entre tanto republicanismo. Será verdad lo que dice nuestra vice: “Un joven, por definición, no puede ser conservador"; y creo que lo más cerca que estuviste de esta palabra fue cuando tu madre te mandaba a buscar conserva-s a la despensa. Esto ya era un chiste malo pero me conformo con tu “mencantás”.
Hemos iniciado una batalla dialéctica que sólo sofocamos cuando estamos solos y es que entre tanta nena y tanto papito, tú terminarás cerrando las puertas de tu armario y yo con un parte médico que me niegue cualquier tumor maligno.
Tú pones la inteligencia y yo el ingenio. Tú pones los puntos sobre las íes y yo destrozo el texto con mis improvisaciones. Detesto que me pellizques el antebrazo, pero aún no he aprendido a decirte ¡NO! (será porque sé, de sobra, que no tienes peligro).
Perdóname si cada mañana te sorprendo con el cuento de Bambi pero ser tía marca y al final ZENOTA. Un juego de palabras para una espectadora de lujo.
Pronto bajaremos el telón y sustituiremos los focos por un sol para tostarnos (las rústicas rurales también vamos a la playa). Quiero que los mosquitos me piquen estando contigo, pero es mejor que actuemos por separado. En septiembre compartimos los beneficios recaudados.
Cuidado con las mangas murcianas. No pretendas hablar de agua con Noé. Ya me cuentas si hablaste catalán en la intimidad o sólo se te ocurrió contar desde zero, y no me digas que “no hay mar para este barco” ni cuenta donde no quepa este número, porque entonces dejo de buscar al Robinson para mi isla. ¿Habrá jornadas de puertas abiertas en mi pequeño archipiélago?
Protagoniza algo al estilo del Rayuela de Cortázar, compra granos de café para las visitas, mándame sms mientras ves algún atardecer y guárdame un "morenamía" para nuestro reencuentro, como Serrat y Sabina al cien por cien...


Mariac, apaga las luces. Sara, recoge los guiones y Lola, grita ¡corten! que empieza la gira de verano. El “Salpitour” sin Bosé…



APLAUSOS

domingo, 29 de abril de 2007

Dos playas desiertas


Había pensado invitarte a una de esas playas desiertas que veíamos asiduamente en todas esas revistas que tu madre compraba durante los veranos y que luego regalaba a su amiga, la peluquera. Había pensado hacerte yo las maletas y meter lo imprescindible. Nada de cuchillas de afeitar, quiero ver tu barba de tres días. Nada de cremas corporales, la sal, todo lo cura. Nada de bañadores hasta las rodillas comprados en tiendas donde parece activarse un contador de dinero una vez que las pisas. Quiero verte desnudo mientras te bañas. (Es mucho más barato para los dos, ¿no?). No a las tablas de surf, quiero que conozcas el mar conmigo. Nada de hamacas ni sombrillas, ni siquiera protección solar. Te repito que la sal todo lo cura. Sólo quiero pulseras que no dejen marcas en las manos. Me dirás que tengo miedo a los controles de seguridad del aeropuerto y no puedo negarte que la respuesta es afirmativa. No quiero nada de equipajes, porque ya tenemos bastante con nuestros dos cuerpos. No quiero libros en la maleta porque odio sentirme aquélla de la cafetería que no sabe a dónde mirar cuando su marido abre y lee el periódico. ¡Quiero que me mires a mí! Al fin y al cabo sólo serán tres días. Cuando volvamos ya retomamos nuestras lecturas. Coge tus gafas de sol, porque tú también tienes una mirada oscura, como la mía. Aunque no pueda igualarte en esa caída de ojos. Supongo que es lo único que no ha podido arrebatarte la genética. ¿Quieres palmeras? -No son de chocolate-. También puedes elegir manglares…
Había pensado invitarte pero hace tiempo que olvidé llamarte. Quizá seas incapaz de abandonar tu tabla en este verano tan caluroso. Puede que ya tengas quién te haga la maleta y haya alguna que te prefiera sin barba. A lo mejor ha resucitado en ti cierto pudor y eres incapaz de sobrevolar las olas sin un bañador que te cubra hasta las rodillas. Será que te sientes incómodo. Como en tantas otras ocasiones. Tú eras de sombrillas pero, como en casa, “sacabas los pies del plato” para entregarte al sol. No creo que elijas ningún libro, quizá prefieras romper cocos. Eres demasiado cabezota.

Hace tiempo que llevamos comunicando, que cortamos la llamada antes de los dos toques -Podríamos poner algún yavoy para reírnos un rato- Hace tiempo que dejamos de utilizar protección solar y aunque seamos morenos, las quemaduras también nos duelen. Hace tiempo que elegimos playas diferentes, de ahí que traigamos arena de otros mares…

“Os recuerdo que la sal todo lo cura”. Querido y cotizado orgullo: esta vez te equivocaste.

martes, 24 de abril de 2007

Una mala primavera


Y Betis indestructible. Como las venenosas letras de Carmona.

Para ti de mí...

“Cayetano nunca fue un señor”. En eso se parece a tu damisela. Le doy la espalda a la pianista por si decide enseñarme el mi bemol. Yo soy de sostenidos y doy claves de sol para el verano. Una negrita en este compás (dos copas de ron para los que no entiendan de música). Silencio. El puente decidió levantarse en el momento de la huida. ¡Cobarde! Gritaba Betis desde lejos.
Triana aún huele a dolores de apéndice que dejaron doble cicatriz y a finales de historias sin segunda parte. A noches en las que tuvimos que compartir sábanas y a paredes sin humedad a instantes. El taco lo pones tú, ¿vale? ¡No subastes tu diadema! “¡El francés es mío y a la Macarena no me la toques!” Al diablo lo viste la muerte. 7solteras.com demasiado sugerente. Conseguiste el eclipse con sus ojos de Luna pero no supiste ponerle una cara de odio. El teléfono suena en la madrugada, mientras la herida baila al compás de los tonos. Haz malabares. Escarcha en las venas. Gallina de Jericó que cacarea y el pulpo que no sale del garaje.
Pasamos miedo en aquel jardín. Mañana tocaba playa. Un mar de dos sin los dos. Fotos en blanco y negro que te negaste a colorear. Muy pocos quisieron activarnos el flash mientras ellos ya estaban cruzando el canal…
La clase para Lolailo, ella sólo era “prima de”. Sangre azul mezclada con republicano. A LetiZia le fue bien, pero es que estabas con una Eva Sannum. Bareto cool donde ahogar las penas. Bareto cool donde ser sincera. La herida se resiste a ser meteoróloga, mejor que siga disfrutando de las noches en vela. Encendemos dos cigarros. En la pared dos cuadros que no saben qué decir ni qué decirse, pero acabados.
Dos visitas en un mes y las que quedan. Sólo tuviste una mala primavera, pero ¡ay! del verano…si él supiera…

sábado, 31 de marzo de 2007

Pinceladas


Siempre me gustó pintar. Últimamente parece que disfruto colocando una de las pinturas en el suelo a la vez que comienzo a juguetear con el próximo boceto. Y mientras voy proporcionándole forma, no puedo evitar dirigirme al que decidí abandonar para seguir dándole las “últimas pinceladas” que siempre se convierten en penúltimas. Creo que estoy obsesionada con uno de los cuadros y resulta difícil convertirse en coleccionista de arte cuando se está encerrada en una sola pintura, pero lo cierto es que he ido amontonando lienzos en mi pinacoteca que se han convertido en obras por terminar.
A veces llegan amigas y deciden coger la paleta de colores y darme alguna que otra clase magistral. Pero puede que sean mis manos o la colocación de mis dedos al coger el pincel los que provoquen trazos gruesos y sin sentido que terminen sacándome del cuadro y devolviéndome al otro. Y ahora vuelvo a retocar las montañas del paisaje que me obsesiona, intento dar más brillo al cielo de un cuadro que tiende a nublarse y hay días que me parecen noches e incluso llego a imaginarme las estrellas. Y hay un camino con dos personas que no avanzan, sólo dibujé sus sombras pero con eso bastaba, y un lago al final con cisnes esperando a que alguien les dé de comer.
Había vuelto a tapar el cuadro con una de esas sábanas viejas que encontré en el desván, pero hace poco tuve un sueño y desperté con aquel paisaje alojado al otro lado de mi almohada. No sé cómo llegó allí. Quizá fui yo la que decidió quedarse dormida mientras le daba color a los cisnes y teñía de rojo uno de los atardeceres más bellos que pude haber dibujado. Sin embargo las sombras seguían inmóviles, el cielo acercándose a un nuevo gris oscuro, casi negro (huérfano de estrellas) y los cisnes hambrientos de tanta espera. Intenté dirigirme al taller para iniciar la peregrinación de modificaciones y me encontré con que las témperas estaban demasiado secas y los pinceles hartos de mí: un paisaje definitivo que me niego a colgar sin firmar.

Estoy replanteándome mi carrera. Creo que no pinto bien.

lunes, 26 de marzo de 2007

uff… ¡BOSÉ!


Todo es posible…menos tú


No es un arte fácil prometer. Soy más de verano pero me invierno contigo. Dame un poco más de café y luego…bien, bien, bien, ¡BIEN!
Para mí tu look cha cha chá. Dame una y otra más. Siete son los pecados cometidos. ¿Y qué será otro pecado capital?
No es un arte fácil prometer pero…bailaremos, ¿eh?
Adiós a los amantes bandidos, que dejan corazones malheridos. El mérito está en no quedarse en el intento. Alí Baba ¿qué estoy haciendo? Trágame Tierra, ábrete Sésamo, intrépida libélula que mira a los espejos (prendi tutti i sogni miei)
Hay corazones que van despacio (y el mío en paro lame poemas caídos de tus labios). El gato mata la oscuridad y a mí me puede la curiosidad. Nena, ¿y esas cejas? Sofisticada diva: ¡Dale bambú!
¿Y te lo comes tú?
El tiempo pasa y no de largo. Somos los mismos envueltos en novedad.
Papito, me quedaré aquí, junto a mi perro, espiando. Si tú no vuelves, dame al menos una oportunidad.
Y ahora preguntas qué me está pasando. (¿Me pones tres granos de café?).
‘Morena mía’ nadie supo decirlo tan bien…


¿Y bailaremos?... ¿eh?... ¿Bailaremos?

Ja, ja, ja

miércoles, 21 de marzo de 2007

Con las ventanas abiertas


Sé que nunca escribiré un gran libro. Es cierto que la fama me abruma. Odio que me hagan fotografías. Quiero ser yo la que inmortalice mis momentos. No sé si viviré en la playa, en el campo, la montaña o en la cuneta de una carretera: el ser mileurista te da muchas posibilidades.
Puede que recorra Europa con una mochila a mis espaldas. Prometo ducharme en cada albergue. Quizá me case con un ultrafalangista y me salgan hijos progres y a lo mejor con él pueda elegir dónde vivir porque se metió en política para forrarse. Quizá le envíen a la cárcel por corrupción y yo sólo tendré que ir a visitarle, mientras en casa me fumo los últimos puros que adquirí en mis constantes visitas a la Habana.
Y cuando cumpla la condena, ya habré firmado los papeles del divorcio y huido a una isla desierta que compré con el dinero que robó. Y allí fermentaré al sol hasta que despierte en la misma calle que me vio crecer, cantando canciones de mi infancia, viendo cómo dos niñas, que dicen ser mis nietas, juegan a la comba, y con las ventanas del ático abiertas, mientras el humo de mi cigarro se escapa, al compás de una canción de un compositor con similar vida.

Harta


Habían quedado en el mismo bar donde se conocieron, en la misma mesa de esquina a la que le seguía faltando una pata y que se tambaleaba cada vez que ella colocaba sus pulseras. Harta del calor de la primavera sevillana, del ambiente caldeado por el humo, de los roces de los que entraban en el local para pedirse una piña colada. Harta de las noticias que ofrecían los periódicos manchados, de la procesión de manifestaciones iniciada hacía semanas…
Ella observaba por la cristalera del local cómo los barcos, cargados de turistas, navegaban por el río y él seguía pasando las hojas de todos los periódicos deportivos, sin descubrir la belleza del instante. Se habían citado para salvar un barco que se hundía, una historia que naufragaba.
Y ahora un hombre entra por la puerta principal y ella no para de mirarle. Siguen manteniendo las miradas y en esos minutos de tiempo muerto ella ya sabe cuál es el color de sus zapatos y la textura de su corbata. Él aún está descubriendo de qué color son los ojos a los que mira.
Pero la inestabilidad de la mesa rompe el instante: -¿Quieres una cerveza?- Ella niega con la cabeza y ahora vuelve a buscar la mirada de antes, pero ya no hay nadie, tan sólo un vaso vacío y una servilleta usada. Y vuelve a mirar por el cristal mientras escucha el pasar de las hojas de un periódico que vuelve a abrirse y ahora no hay barcos. La mesa sigue con su vaivén de siempre, anunciando un trágico final, y ella harta de la mesa, de tantos barcos con turistas, harta de los roces de la gente, echando de menos las caricias. Harta de tanto silencio, de su silencio…Harta de él.

lunes, 19 de marzo de 2007

Queridas amigas:


Elisa era 'la satélite'. Hoy en día sigue volando por el espacio aunque hace visitas esporádicas al planeta Tierra. Noelia maduró antes que todas. Leti fue miss inocencia, pero no por ello menos lista e inteligente. Desi era la que ponía la casa, el centro de reunión. Quizá también fuera la más sincera. Cinti fue la que empezó a colonizar pueblos cercanos (y eso que su padre nunca quiso apuntarla a las excursiones del colegio). Cristi Pe era la rubia de la pandilla, veterinaria desde que aprendimos a sumar. Cristina H nos trajo las tendencias de la capital, para posteriormente convertirse en la tendencia más cotizada por todos. Siempre recordaremos sus labios rojos en aquel día tan importante.
Creo que Elisa fue de las primeras en ponerse tacones, la que se colaba en discotecas cuando aún no tenía la edad, la protagonista de la Flaqueza del Bolchevique.
Noelia fue la que nos acomplejó a todas. La que consiguió un amor casi platónico para finalmente demostrarnos que nada es eterno y todo termina.
Compartimos clases, recreos y bocadillos. Tardes de lluvia intensa que siempre precedían al arcoiris. Viajes en bicicletas que no volverán a repetirse. Charlas inacabadas donde hablábamos de nuestras primeras experiencias. Fuimos las últimas en jugar en la calle y las primeras en descubrir eso de las llamadas perdidas.
Y siempre pensando en niños mayores sin darnos cuenta que los nuestros eran guapísimos. Y siempre deseando cumplir los dieciocho y al final seguíamos igual.
Tardes de verano sentadas en el mismo parque y noches de verano derritiendo hielos. Tardes de verano donde siempre fracasaron nuestros planes y días de invierno donde preferimos quedarnos en casa y cambiar nuestros encuentros por una fría llamada telefónica.
Hoy esas charlas se han acabado. Ya no hacemos teatros, ni “playbacks” que guardábamos en cintas de video. Ni anuncios que nos provocaban eternas carcajadas. Ya no compartimos ropa ni nos prestamos los zapatos. Hemos perdido la página del libro de nuestras vidas y hemos decidido parar de escribir. Las llamadas perdidas nunca estuvieron tan perdidas como ahora y nos empeñamos en seguir compartiendo cafés cuando siento que cada vez hay menos que contar.
“Siempre nos quedarán nuestras bodas” (para encontrarnos), me dijo alguien hace tiempo. Pero… ¿y si no me caso?

miércoles, 14 de marzo de 2007

Yo no era


Yo no era como esas niñas de ojos azules y pelo rubio que aparecían en los anuncios. Ni siquiera era capaz de pronunciar alguna palabra cuando rondaba la edad de los cuatro años. Fui la primera marginada de la clase. Después me enamoré del chico con gafas de culo de vaso y ya fuimos dos (marginados). Me costó aprender a montar en bicicleta incluso con las dos ruedas pequeñas adicionales y me escondía detrás de los árboles del recreo repasando la materia que habíamos dado en la clase anterior y haciendo los trabajos que la pija de turno con la falda más corta me había encomendado (si los hacía disfrutaba de cinco minutos menos de marginación). Fui la del diez pero no la niña diez. La gordita de la primera fila. Aún recuerdo aquella excursión al estanque del pueblo y cómo Marga (maquiavélica de profesión) me hizo perder el equilibrio y con él el bocadillo de chorizo que con tanto cariño había preparado mamá. Fue en aquel instante donde decidí dejar naufragar todos mis miedos y darle una patada en las espinillas a aquella niñata con nombre de flor. Y fue así, con la llegada de la pubertad, con la revolución de las hormonas, cuando los médicos descubrieron que no eran tantas mis dioptrías y que podía prescindir de mis lentes. Y fue así, con la llegada de la pubertad, con la revolución de las hormonas, cuando Marga dejó de ser la flor más bonita de la pradera para convertirse en una simple flor con tendencia a marchitarse. Le estallé sus frívolas pompas de chicle en la cara y fui yo la que se llevó al niño más guapo de la clase, casualmente aquel niño gordito de ojos pequeños y gafas de culo de vaso al que siempre iban destinados todos los pelotazos.