sábado, 20 de octubre de 2007

¡TÚ!


No te rías cuando veas cómo mis pies resbalan con alguna de las piedras. ¡Déjame que me tropiece! Ya reíste con mis caídas cuando aprendía a montar en bicicleta. Déjame que vuelva al ritual de la infancia, al de los primeros pasos, y permíteme caer y levantarme, pero sola. ¡Ya no me pesan los pañales! Déjame ir de “excursión” a países lejanos pero no me hagas el bocadillo. Querer, voy a quererte siempre…
Sigo volviendo de vez en cuando porque nadie como tú hace los pucheros y porque nunca nadie me dio un beso con tanto cariño como el tuyo. No seré tan cosmopolita como para decir que no te debo nada, porque me has dado la vida. Si fuera Presidenta, para ti el Ministerio de Economía…
A veces discutimos tanto que lo de “los que se pelean se desean” ¡va a ser hasta cierto! Sigo usurpando tu cama los domingos en los que papá madruga y he de reconocer que me encanta. A mis veinte, los gustos no cambian. Mantienes el equilibrio con tanta entereza que, aunque seas mi madre, te envidio. Serías la mejor abuela del mundo pero no te garantizo nada. Cuando tenga que volver, mucha sal en la ensalada. Guarda arroz en un tupperware. Flan de huevo, especialidad de la casa…
Los vinos, la carta…Tu aguja cosiendo un botón a las tantas…Tus buenas noches, tus “no llegues tarde”, tus inoportunas llamadas…Tus suspiros, tu risa, tu mirada…Tu letra, tus bolsos, tus desayunos con tostadas…
Simplemente tú, a secas, como yo sin ti.

Soy madrera y lo reivindico.