martes, 31 de julio de 2007

Pecar demasiado...

"No vuelvas a mirarme con esas gafas de mercadillo ni esos chalecos de barata imitación. No confundas estilo con tendencia ni mezcles cocodrilos con caballos"... Sigues hablando con la misma prepotencia que detesto desde el parvulario y quizá sufras complejo de líder de la oposición pero te recuerdo que lo tuyo siempre fueron los números y las noches de resaca. No me pidas que matice mi ironía porque es genética y tampoco que me ponga los pendientes que me regalaste en aquella primera vez porque, al igual que tus gemelos, se perdieron por el váter. Los despechos femeninos nunca son aconsejables. Eché de menos nuestras disputas y tus portazos sin salir de casa, aquélla que alquilamos en nuestra etapa de estudiantes. Te dejaste amarrar de pies y manos pensando que eras un experto en desatarte. Ahora entenderás por qué nunca quise casarme contigo. Te acostumbraste al frío de Londres y yo a las tiendas de París y siempre que pudimos coincidir tú bajabas al Atlántico y yo viajaba a Venecia en busca de un amor en la Plaza de San Marcos. Pero tú volvías más moreno y yo harta de darle de comer a las intrépidas palomas.
La Puerta de Alcalá nos unió al fín, y ahora vas de experto psiquiatra que regala flores a sus pacientes. Si el diván hablara sería más explícito que alguna de nuestras miradas de adolescentes. Mi divorcio fue más caro que el tuyo (quizá contaron mal tus infidelidades) y ahora quieres que formemos una familia a “Los Serrano” pero cambiando la taberna por mi despacho de abogados.
Si nos casamos por la Iglesia sería pecar demasiado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero qué bonitas se ven tus fotos desde fuera ;)
Y qué bien aprendiste a salir por la puerta grande con esa elegancia neodiplomática que te caracteriza (como los buenos toreros) y con la paleta de colores en mano. Sin perder el equilibrio.
¡¡Morenísima, sigue disfrutando del verano!! :)

Salva dijo...

Tus relatos son como comer cerezas entre las sábanas... "la cama es el mantel", como decía Drexler. Uno frente a otro, los dos compiten... ¿quién es capaz de soportar el rubor con menos ropa?. Al final, el empate, claro... los dos completamente desnudos jugando a colar la fruta en la boca del otro. Sigue dándonos buenas digestiones, Pilarín.

Besos y versos.

Foco TV dijo...

Si no fuera porque Adán y Eva pecaron demasiado aún estaríamos en ese aburridísimo paraíso... :P