miércoles, 21 de marzo de 2007

Harta


Habían quedado en el mismo bar donde se conocieron, en la misma mesa de esquina a la que le seguía faltando una pata y que se tambaleaba cada vez que ella colocaba sus pulseras. Harta del calor de la primavera sevillana, del ambiente caldeado por el humo, de los roces de los que entraban en el local para pedirse una piña colada. Harta de las noticias que ofrecían los periódicos manchados, de la procesión de manifestaciones iniciada hacía semanas…
Ella observaba por la cristalera del local cómo los barcos, cargados de turistas, navegaban por el río y él seguía pasando las hojas de todos los periódicos deportivos, sin descubrir la belleza del instante. Se habían citado para salvar un barco que se hundía, una historia que naufragaba.
Y ahora un hombre entra por la puerta principal y ella no para de mirarle. Siguen manteniendo las miradas y en esos minutos de tiempo muerto ella ya sabe cuál es el color de sus zapatos y la textura de su corbata. Él aún está descubriendo de qué color son los ojos a los que mira.
Pero la inestabilidad de la mesa rompe el instante: -¿Quieres una cerveza?- Ella niega con la cabeza y ahora vuelve a buscar la mirada de antes, pero ya no hay nadie, tan sólo un vaso vacío y una servilleta usada. Y vuelve a mirar por el cristal mientras escucha el pasar de las hojas de un periódico que vuelve a abrirse y ahora no hay barcos. La mesa sigue con su vaivén de siempre, anunciando un trágico final, y ella harta de la mesa, de tantos barcos con turistas, harta de los roces de la gente, echando de menos las caricias. Harta de tanto silencio, de su silencio…Harta de él.

1 comentario:

Salva dijo...
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