martes, 20 de mayo de 2008

No estás . . .


He heredado cierta atracción por amanecer en París. De Londres me imaginé una amplia cristalera llena de gotas de lluvia. Tú siempre estarías dormido cuando girara la cabeza, compartiendo el mismo colchón, la misma cama del minúsculo apartamento donde habíamos decidido vivir. Hoy sé que tú nunca vas a estar entre las sábanas blancas que compraríamos en un céntrico mercadillo. Tampoco traspasarás la línea imaginaria que toda pareja crea en la almohada. No vamos a compartir hoteles de New York, ni alquilaremos habitaciones de dos camas sin espacio para ubicar a la mesita de noche que las separa. Tú no vas a cambiarle los pañales a mis hijos ni los vas a sacar a pasear. Podrán tener tu mismo nombre pero no el tuyo. Los olvidos impuestos duelen más que los del tiempo. No vamos a mezclar nuestros perfumes en la ducha. Tampoco el carmín de mis labios compartirá cajón con tu cuchilla de afeitar. No vamos a leer la prensa juntos ni a revelar fotografías en blanco y negro en un cuarto oscuro. Creo que ya no nos vamos a hablar más, aún teniendo mucho que contarnos. Los errores duelen más cuando uno tiene la sensación de haber perdido la oportunidad de sanarlos […].

Siempre me gustó lo trascendental de las puertas de embarque. Los aeropuertos colapsados de desconocidos al vaivén de letras y números. Los destinos. El saludo del comandante y las indicaciones de las azafatas en caso de peligro. Siempre prescindí de ese momento, quizá pensando que jamás recordaría cómo ponerme la máscara de oxígeno en caso de emergencia. Tú estabas en la enorme cristalera que me separaba de la pista de aterrizaje. Tú estabas en las esquinas dobladas de cada uno de mis libros, en la tienda de souvenirs donde me compré pulseras y collares. Tú estabas en el montón de postales en el que siempre sobraba una, y dos. Tú estabas cuando me tendía al sol y me imaginaba en una isla desierta, sola contigo.
Tú ya no estás por las mañanas ni tu gota de café manchando el artículo de Millás. Ya no hay línea imaginaria en la almohada ni avería en el ascensor. Ya no estás en los despegues ni en los aterrizajes, ni siquiera en la estrechez de los baños a los que siempre acudíamos en los puentes aéreos. Los cuadros que colgaste los he puesto en el suelo, porque alguien me dijo que eso era cool. Culpables fuimos los dos. Arrepentida, yo…

No he retirado tu fotografía de mi mesa de noche, porque aún me sigue gustando que tus ojos precedan a cualquier amanecer, aunque ya no estés.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin palabras... podría decir miles de halagos y cosas bonitas pero no se como expresar lo que siento. Me has bloqueado la mente con el torrente de soledad que me inspira esta entrada.
Es intensa, como tú... Y hasta diría que difícil de olvidar... como tú.
Puede que haya gente que diga que soy exagerada, pero para mi leer no es una obligación, hasta la palabra hobby se le queda pequeña... La lectura es un complemento de mi vida y me estoy empezando a convertir en una aficionada a tus juegos de pluma.
Gracias por alimentar mis ganas de leer... ESCRITORA!!! jajaja

Niar dijo...

hi..
it's very nice pict here..
nice to meet u.